lunes, julio 02, 2007

Cae Castrilli y ahora embisten a Grondona

Una colección de descuidos. La conexión política

En pocos días, Julio Grondona recibirá la notificación: desde el próximo torneo (si la AFA no aplica una serie de medidas básicas de seguridad) los partidos tanto de la A como del descenso, previstos en estadios de la provincia, se jugarán sin público.

Es probable que la llegada de ese informe a las oficinas de la AFA coincida con otra novedad: Javier Castrilli dejará su cargo como responsable de Seguridad de Espectáculos Futbolísticos, butaca que pasaría a rellenar otro ex árbitro, Horacio Elizondo.

Hasta ayer, Castrilli estaba de licencia: fantasea con ser intendente de Almirante Brown y pidió un recreo para hacer campaña. En su ausencia, se desató otro escándalo que desnudó una colección de descuidos, mezquindades y la inevitable contaminación política.

La trama detrás de los incidentes en el partido Chicago-Tigre no oculta nada diferente de los de otros casos similares. Es un déjà vu: fallas policiales, presunta connivencia de los dirigentes, barras bravas con protección política y, lo peor, muerte.

Lo apodan (el Gusano) y se hace llamar Ariel. Ese personaje es quien, se asegura, maneja la barra brava de Chicago. Como tal, también gerencia los (beneficios) habituales que tienen las hinchadas: estacionamiento y quioscos en el estadio. Se lo vincula, claro, al presidente de la entidad, Antonio Filomeno, dirigente que desplazó de ese cargo a Juan Guerra, alias (Tito), quien salió a gritar por radio que Nueva Chicago está manejado por (la barra brava). Guerra gozó -o goza- de la gracia de la Casa Rosada. Meses atrás en la cancha de Chicago aparecieron carteles con la leyenda Kirchner 2007 pero que el Estado pagaba como publicidad oficial. Por ese incidente, la relación de Guerra con el gobierno se enfrió a pesar de lo cual en las elecciones del 3 de junio, su hijo, Juan Angel, fue candidato en el lugar 16 en la lista de Diálogo Por la Ciudad, boleta que postuló a Daniel Filmus y a Aníbal Ibarra como primer legislador.


A Guerra se lo vincula con el kirchnerismo mientras a Filomeno se lo relaciona con Telerman, para quien habría trabajado en la última elección porteña. De Chicago es hincha reconocido y pulseó -y perdió- por el manejo de la entidad, Cristian Ritondo, diputado nacional y uno de los principales operadores de Mauricio Macri. Por el lado de Tigre, aparece otro hombre de la política: Sergio Massa, titular de la ANSeS, es fanático de Tigre. Otro hincha de Tigre es Fernando Galmarini (padre del autor del segundo gol ante Nueva Chicago), que ayer descargó sobre Castrilli y Aníbal Fernández la responsabilidad por los incidentes. Sin embargo, más allá de las pulseadas y los forcejeos, los protagonistas y los encargados de investigar los sucesos del lunes, no detectan -por ahora- motivaciones políticas detrás de los incidentes.

Si hubo fallas policiales. Ayer, el ministro del Interior Aníbal Fernández ordenó que se le inicie un sumario interno al jefe del operativo, el comisario Claudio Stábile, para determinar qué tipo de responsabilidad le cupo a la Policía en los hechos. Fernández delega en el uniformado la responsabilidad por lo que es una decisión política: el (modelo Kirchner), sostenido sobre el pánico a que haya una víctima de la acción policial, impone como regla que las fuerzas no debenactuar. ¿Por esa razón hubo 350 efectivos, de comisaría, cuando en el partido de ida la cantidad de uniformados fue casi el doble?

Fernández escuchó ayer el descargo de Castrilli que habló de una doble responsabilidad: las fuerzas de seguridad y la dirigencia del club. A estos últimos le imputan haber facilitado el ingreso de los hinchas a la cancha -habrían franqueado el paso por el túnel- y de haber quitado presión de agua a los bomberos cuando, antes de que estalle el caos, quisieron intervenir para (apaciguar) los ánimos.

Castrilli se olvidó de un detalle: por el nivel de conflictividad, el partido Chicago-Tigre se debió jugar en la cancha de Vélez (otros sugirieron que debería haber sido en River) pero que, a modo de compensación por otro escándalo -el partido con River- se le permitió a Chicago jugar en el estadio República de Mataderos que, coinciden las fuentes, mostraba (muchos puntos vulnerables) en materia de seguridad. ¿Castrilli no lo notó? Funcionario residual de una época que el gobierno quiere olvidar -cuando Gustavo Béliz era ministro- Castrilli venía surfeando en su cargo, sin protección y a punto cada día de ser desplazado. Su hora está cerca: Elizondo espera su turno para hacerse cargo de esa función.

Hace un tiempo, Kirchner imaginó -como hicieron antes Raúl Alfonsín y Carlos Menem- desplazar a Grondona. Todos chocan con el mismo impedimento: como si fuese un ente supranacional, la AFA no puede ser intervenida por el gobierno porque la FIFA, como entidad madre, sólo reconoce a las federaciones que la integran. Si un gobierno interviniese la federación de fútbol de su país, la FIFA estaría en condiciones de excluir a ese país de todas las competencias internacionales. ¿Quién es el autor de esa norma de la FIFA? Exacto: Grondona.


fuente: Ámbito Web

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