martes, mayo 06, 2008

Identidad

En busca de la medalla dorada en Pekín, las Leonas experimentaron una profunda transformación grupal.

Aunque no se advierta, hay vida en las Leonas si se corre el velo de los entrenamientos para el Champions Trophy y los Juegos Olímpicos de Pekín. Desde hace poco menos de un año se aceleró un proceso de transformación grupal que alumbró una nueva identidad. Una impronta que pretende convertirse en un sello cuando lleguen horas decisivas por la medalla.

No ha sido fácil llegar a este punto. Hubo un detonante definitivo para convencerse de esta reconversión: la gira realizada en abril último por San Diego, en la que el seleccionado perdió tres de los cuatro tests ante los Estados Unidos. Si bien los amistosos no estuvieron orientados exclusivamente a conseguir triunfos, igual se encendió una señal de alarma por una actitud desconocida del equipo, no propia de un conjunto caracterizado siempre por la garra.

¿Cuál fue el plan para torcer el rumbo? Se apuntaló la consolidación del grupo. Entonces, se profundizaron los lazos del plantel, con sus virtudes, falencias y diferencia de edades; también, se charló con las más jóvenes para que terminaran de asumir responsabilidades. En suma, la consigna fue despertar cuerpos y mentes para que se cristalice el ensamble necesario y se traslade luego a la carpeta sintética.

El último golpe de horno para lograr un espíritu renovado se escenificó en forma secreta en un refugio ubicado en las sierras de Tandil, hace unos días. "Fue una experiencia muy provechosa, organizamos actividades que hicieron que nos comunicáramos mucho más de lo que lo hacemos normalmente", comenta el director técnico, Gabriel Minadeo.

Hubo una serie de disparadores durante los tres días de aislamiento total. Uno de ellos fue desestructurar a las chicas, desacomodarlas de la realidad ante una situación que creían tener controlada. En uno de los juegos, el plantel se dividió en cuatro grupos que construyeron su propia balsa; sobre 40 elementos posibles para equipar la embarcación, debían elegir sólo 15. Cuando finalizó el trabajo y se disponían a cruzar el lago, en la orilla cada conjunto tuvo que intercambiar las balsas. "Estaban preparadas para actuar de una manera, con los pesos justos y las ubicaciones preestablecidas, pero de repente les varió el panorama y debieron adaptarse. Ninguna balsa se hundió", cuenta Minadeo. Trasladada la experiencia al campo de juego, equivale a que las Leonas planificaran un partido ante un rival más débil y, sorpresivamente, se encontraran en desventaja desde el primer minuto. La clave está allí, en saber reacomodarse rápido frente a una situación adversa.

También se persiguió romper con las jerarquías dentro de las Leonas, como ocurre en cualquier otro plantel. Así, aquellas que habitualmente adoptan un papel secundario pasaron a liderar, y viceversa. La arquera suplente Belén Succi, por ejemplo, nunca imaginó sumergirse en el agua, llena de barro, y remolcar la balsa ocupada por todas sus integrantes. Otra chica de perfil bajo como Noel Barrionuevo tampoco pensó que guiaría a dos compañeras con mil batallas en el hockey. Atadas con un arnés y con los ojos vendados, éstas tenían que recorrer un circuito de troncos y cuerdas sólo con las indicaciones de la defensora.

Otra arista decisiva para que alumbre el modelo 2008: la necesidad de las jugadoras y del cuerpo técnico de sacarse de una vez por todas la mochila de lo que significaron las Leonas en el pasado. No más videos para el plantel de la gloriosa etapa entre 2000 y 2002, con los festejos de Masotta, Oneto, Rognoni y muchas otras referentes que ya no están. No más secuencias televisadas de Sergio Vigil, el arquitecto de esta obra que dejó su legado hace tres años. Esta es otra época, otro momento, un ciclo diferente que fijó como fecha de nacimiento la final de los Juegos Panamericanos 2007, ante Estados Unidos. "A las chicas les mostramos en imágenes el instante en que la Argentina perdía 1-0 ante los norteamericanas y se estaba quedando fuera de Pekín, hasta que revirtió el resultado. Ese es el punto de partida del actual equipo, que por supuesto respeta e idolatra a las jugadoras de otros tiempos y a Cachito, pero que busca su propio sello. Es que no podés sostener durante tantos años la misma identidad", explica el preparador físico Gabriel Figueiras.

En uno de los fogones nocturnos afloraron los pensamientos íntimos de un seleccionado que supo acortar distancias entre sus distintas camadas, y que se juramentó ganar la medalla dorada, más allá de los duros rivales. "Hubo una comunión grupal muy linda, promesas que si se cumplen nos van a quedar en el corazón", reflexiona Minadeo, el máximo responsable de llevar a buen puerto esta ilusión olímpica.

fuente: La Nación

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