sábado, mayo 31, 2008

Superar las Antinomias y no premiar a destructores

Por Víctor F. Lupo*

“La Historia no puede evitar que algunas verdades se escurran hacia el olvido. No importa; más temprano que tarde, volverán”.

En el día de hoy, leyendo la sección Deportes del diario Clarín, encuentro una noticia en “Libreta de polideportivo”, con el título ¿Al Salón de la Fama?, en la cual “La Confederación Argentina de Básquetbol le solicita a la Federación Internacional (FIBA) de ese deporte que Ricardo González, capitán de los campeones mundiales de 1950, y el ex directivo Luis Martín integren el Salón de la Fama”.

Y mi cerebro automáticamente comienza a revisar el pasado de este deporte y recordar las investigaciones en épocas que estaba escribiendo el libro ya publicado Historia Política del Deporte Argentino” (1610-202) por Editorial Corregidor. Y recordar las infinitas charlas con ese gran maestro de todo el deporte argentino, Jorge Hugo Canavesi, recorriendo sus 70 años en el básquetbol argentino, tanto como jugador en Gimnasia y Esgrima de Villa del Parque, director técnico de este club y luego de la selección nacional campeona mundial en 1950 y subcampeona panamericana en 1951, pero también como gran difusor de este deporte.

Recordé también las charlas con León Najnudel y sus iniciativas para reformar las estructuras de este deporte, especialmente democratizar las federaciones nacionales, cuando me asesoraba en la subsecretaria de deportes de la nación.

También las viejas lecturas de las Investigaciones sobre la Unión de Estudiantes Secundarias (UES) desde el Ministerio de Educación de la Nación, el “Libro Negro de la Segunda Tiranía” y la “ahora famosa” Comisión Nº 49, la sabiduría y todo el conocimiento del Licenciado Alfredo Armando Aguirre sobre el Peronismo y la persecución a este Movimiento y su frase “Genocidio Deportivo”.

Y me pregunté: “¿Será cierto lo que estoy leyendo?”, que la Confederación Argentina de Básquetbol (CABB) proponga integrar el Salón de la Fama de la Federación Internacional de este deporte (FIBA), al prestigioso básquetbolista Ricardo González junto al Profesor Luis Martín, quien fuera uno de los miembros de la Comisión Investigadora en la CABB, autor de su suspensión en 1956, por el solo delito de haber integrado, el “Negro” González, la selección argentina, campeona mundial de 1950, subcampeona panamericana en 1951 y 1955 y campeona del mundo universitaria en 1953, en época del Peronismo y entre otras acusaciones, la de haber recibido un automóvil de regalo y desfilado con luto por la muerte de Evita en 1952 en los Juegos Olímpicos de Helsinki.

Como no lo podía creer, ingresé por Internet a la página de la CABB (www.cabb.com.ar) y allí con asombro, confirmé la noticia de Clarín, al leer que el presidente de esta institución desde 1993, el tucumano Horacio Muratore, manifestó: “Son dos personas que dentro de su actividad prestigiaron al básquet argentino y era nuestra responsabilidad presentar su candidatura para ingresar en el Hall of Fame de FIBA”. “Luis Andrés Martín brilló como dirigente y fue uno de los que más apoyó para la creación y estructuración de FIBA. Ricardo Primitivo González, capitán de la Selección Argentina campeona del mundo en 1950, fue un señor deportista y mejor persona”.

Y rápidamente aparecieron dos recuerdos, uno el del gran Discipolín con “La Biblia y el calefón” y el otro, al mismo Discépolo por “la traición de sus amigos” al defender con su Mordisquito a un pueblo más Justo y Soberano.

Buscando el trabajo del profesor Emilio Gutiérrez, en “BÁSQUETBOL ARGENTINO – 1956 – DONDE HABITA EL OLVIDO” (EFDeportes.com, 3 de Abril de 2006-www.efdeportes.com), leo:

“En la Argentina de entonces, donde todo estaba teñido por antinomias político - económico - sociales, el deporte no pudo escapar a ellas y demostró tener sus propios “tiempos”. Nada pudo impedir que el temible “factor argentino” mostrara sus garras. La gravedad de las decisiones tomadas en ese período influyó sobremanera en el desarrollo deportivo, fundamentalmente en el básquetbol por más de cuarenta años”. El “Código de Penas” del básquetbol fue un arma letal, una herramienta política mal usada. El paso del tiempo, el peronismo y la bonanza deportiva lo habían archivado por un rato (como sucedía en todo el mundo). Y cuando nadie se acordaba de él, fue desempolvado para desguazar a la mejor camada de jugadores de básquetbol que diera Argentina en todo el siglo XX. Los ofrendaron a la voracidad vengadora de un régimen impiadoso (el militar de 1955, “Revolución Fusiladora” según el escritor tucumano José Luis Torres) sin más trámite que la firma en un papel. Los verdugos fueron los mismos dirigentes que festejaron con el equipo la obtención del Campeonato Mundial de 1950 y que, con la llegada de ‘‘La Revolución Libertadora’’, sacaron chapa de ‘‘valientes” sancionando más jugadores que en ningún otro deporte. Creyeron así contribuir tanto a la “Revolución” que decían apoyar como al deporte que decían amar.

Cobardes para juzgarse éticamente a si mismos, ejemplificaron dando tardías clases de moral con los calzoncillos sucios.

Y siguiendo en la lectura del profesor Emilio Gutiérrez, observo que: “En la Confederación Argentina de Basket-Ball se practicó el gatopardismo. El general de brigada, Fernando I. Huergo, interventor de la CAD-COA (Confederación Argentina de Deportes y Comité Olímpico Argentino), designó al capitán (R) Fernando Ayroles, oriundo de Salta, que había sido Presidente del Comité Ejecutivo durante el Mundial de Básquetbol de 1950. Y Ayroles recicla y confirma a los viejos amigos dirigentes Antonio Rueda representante de Misiones y Luis Martín de Capital Federal como sus compañeros en la Intervención”.

“Luego del desplazamiento del General Leonardi y su reemplazo por Aramburu, Huergo sigue en la CAD-COA, Ayroles no; y en la CABB hubo cambios. Con las declaraciones tomadas a los protagonistas, la Comisión Investigadora Nº 49 exigió acciones que Ayroles no estaba dispuesto a cumplir. Durante la 5º reunión anual ordinaria del Consejo Directivo de la intervención llevada a cabo, el 23 de febrero de 1956, a las 17:15 horas, según consta en actas, Don Vito Simonetti (ex atleta olímpico por la esgrima en Londres 1948) en representación del Interventor de la CAD/COA resuelve: “1) Aceptar la renuncia del Interventor Capitán (R) Fernando Ayroles en vista de los fundamentos y el carácter de la misma. 2) Agradecer muy especialmente su gestión. 3) Designar en su reemplazo con las mismas atribuciones al Dr. Amador Barros Hurta­do. 4) Confirmar como miembros de la Comisión Interventora de la CABB a los Sres. Luís Saluzzi, Olindo Onetto, Antonio Zolezzi y Luís Martín. 5) Comuníquese por nota a los interesados.”.

Y son estos, a través de la CI. Nº 49, quienes castigan bajando de los Juegos Olímpicos de Melbourne y finalmente en 1957 los sancionaron de por vida. En la movida involucraron a 76 básquetbolistas. Suspendieron a 35 que tenían cuerda para rato, en épocas que no se valoraban los derechos humanos. Y recién el 8 de agosto de 1967, a más de 10 años, finalmente la CABB acepta rehabilitar a 21 de los 23 sancionados en enero de 1957.

Esta “traición dirigencial” recuerda las palabras de la gran tenista “Mary Terán de Weiss”, cuando el 22 de julio de 1964, cansada de tantas injurias, publicó en la revista “El Gráfico” una "Carta abierta a la opinión pública" donde en uno de sus párrafos sostenía: "Mi situación constituye una inhumana e injusta persecución, alentada por el inconfesable deseo de evitar que vuelva al primer plano en mi deporte favorito... Hay ciertos detractores actuales que en su oportunidad se complacieron recibiendo aquello mismo que hoy censuran".

Algo parecido sostuvo hace poco tiempo el integrante de la selección campeona de 1950, Omar Monza:- “Chino, ¿por qué a ningún deporte le suspendieron tantos deportistas como al Básquet? – Porque al Básquet nunca le perdonaron que saliera Campeón Mundial..., o “– Chino, ¿por qué los dirigentes que festejaron con ustedes el Mundial, terminaron siendo los verdugos?. – ¿Y por qué va a ser pibe...? Porque no ligaron un coche...”

Treinta y cinco años después, el profesor Luís Martín, se mostró orgulloso por la tarea realizada. Confesó sin tapujos para ‘‘Solo Básquet’’ (1991): “Cuando uno tiene un reglamento que cumplir sabe a que atenerse. Si ese regla­mento dice que ningún jugador puede recibir ninguna retribución económica por jugar, significa precisamente eso. Los jugadores de aquel entonces no lo enten­dieron así y no cumplieron, por eso se tomó la medida, que creo influyó en el desarrollo posterior del básquetbol. Antes nosotros no teníamos ningún empacho en expulsar a cualquier jugador, así este fuera una estrella de primer nivel. Mu­chos podrán criticar nuestra decisión, pero nadie podrá negar que actuamos con el reglamento en la mano”.

Creo profundamente que “se pueden y se deben” intentar superar las “Antinomias del Pasado”, pero nunca a costa de premiar, a quienes escudados en una Dictadura Militar, (o sea un gobierno ilegítimo) castigaron a “una gran generación del básquetbol (y del Deporte) argentino”, que llevó más de 50 años reconstruir.

Y menos cuando aún, como se puede ver, todavía existen en la actividad deportiva, personajes que no reconocen ese error o venganza. Las antinomias sólo vamos a superarla con memoria, verdad y justicia.

¿Porque esta designación? Entonces. Será que los actuales dirigentes de la CABB solo intentan quedar bien con el Secretario General de la FIBA, viejo amigo de Luis Martin?

¿Y por eso se olvidan del “MAESTRO DEL DEPORTE ARGENTINO”, profesor Jorge Hugo Canavesi para proponerlo a él?

Pero no se equivoquen, muchísimos argentinos aún tenemos buena memoria y sabemos separar a uno de otros.

26 mayo 2008.

* Ex subsecretario de Deportes de la Nación. Autor del libro Historia Política del Deporte Argentino” e integrante del Movimiento Social del Deporte.

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