jueves, mayo 01, 2008

La atmósfera política ya desplazó a los Juegos

En la antigua Grecia, las guerras se detenían cobijadas por una tregua cuando llegaban los Juegos Olímpicos. La intromisión política se robaba la escena. Históricamente, esta competencia ha estado surcada por fuertes contenidos ideológicos. Desbordan los ejemplos. En Saint Louis 1904 se prohibió la participación de los negros y los judíos; en Londres 48 se marginó a Alemania y a Japón debido a las sanciones que arrastraban tras la Segunda Guerra Mundial; entre Helsinki 52 y Seúl 88, la Guerra Fría protagonizada por los Estados Unidos y a la ex URSS llevó sus recelos a un encarnizado combate en los campos deportivos; en Tokio 64 Japón buscó demostrar que había renacido tras las bombas atómicas; México 68 asistió al "Black Power"; en Munich 72 irrumpió "Septiembre Negro", y los boicots se encadenaron en Moscú 80 y Los Angeles 84, en obediente adhesión al capitalismo y al comunismo, que por entonces encolumnaban al planeta.

Una vez más, hoy, cuando faltan 100 días para la apertura de Pekín 2008, el interés deportivo se descubre subordinado a los ribetes políticos. El gigante asiático siempre soñó con que los Juegos catapultaran la integración internacional de China, en plena efervescencia financiera. Pero la crisis tibetana, los llamamientos al boicot y las diversas manifestaciones alrededor del recorrido de la llama pusieron en jaque a un país que apostó por este acontecimiento como inmejorable vitrina para encandilar con su economía, a un paso de convertirse en la tercera más poderosa del planeta.

Pero el desafío adquirió otro giro. Serán los Juegos más politizados de los que se tenga memoria. Sin dudas. Impulsados en la resonancia mediática de estos tiempos, superarán a la oscura sede de Berlín 36 y su execrable exaltación del nazismo. Primera, hasta aquí, en un podio indignante. El francés Philippe Tetart, historiador del olimpismo, lo resumió: "Nunca antes se había alcanzado este punto, donde finalmente las consideraciones políticas ocultan totalmente el acontecimiento deportivo". Miles de voces se alzan para condenar al Comité Internacional (COI) y su cesión de los Juegos a un régimen totalitario, sin medir más que las recompensas monetarias.

China está herida y susceptibilizada. Tanta crispación ha endurecido el escenario en Pekín, con un incremento de las medidas de seguridad y de los controles sobre los extranjeros que residen en su capital. El nacionalismo ha brotado en varias manifestaciones de sus ciudadanos para defender el sistema político de la República Popular. En China, la fiebre parece a salvo, ya que en los últimos meses más de 3500 chicos fueron bautizados Aoyun, que significa Olimpíadas en mandarín, y otros 4000 recibieron por nombre Huan Huan, Ying Ying, Ni Ni, Bei Bei y Jing Jing, las mascotas de los Juegos. Pero ya ningún dato decorativo podrá colorear -menos eclipsar- un tono político que amenaza con cubrirlo todo.


fuente: La Nación

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