miércoles, marzo 19, 2008

La FIFA e ISL, una causa con otro tipo de violencia

Apenas ocho o nueve periodistas estaban en la sala cuando el juez suizo Marc Siegwart lanzó la bomba que amenaza con desnudar el mayor escándalo de corrupción en la historia del deporte.

Siegwart, uno de los tres miembros del tribunal del cantón de Zug que juzga la quiebra de ISL, dijo, sin medias tintas, que la empresa de marketing deportivo había pagado coimas por un total de 138 millones de francos suizos entre 1989 y 2001. ¡Más de 140 millones de dólares! El propio Andrew Jennings, autor del libro Tarjeta roja , sobre la corrupción en la FIFA, quedó azorado. Lo mismo ocurrió con sus colegas Jens Weinreich, de Alemania, y Jean Francois Tanda, de Suiza, ambos profundos investigadores de la quiebra de ISL y también presentes ese día en la sala. Los otros dos miembros del tribunal, la presidenta Carole Ziegler y el vicepresidente Stephan Dalcher, permanecían en silencio.

No fue todo. El juez Siegwart mencionó varias veces, sin ser refutado, la palabra schmiergeld (coima o soborno). Citó claramente el nombre del paraguayo Nicolás Leoz, presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol (CSF) desde 1986 y miembro del comité ejecutivo de la FIFA. Y, palabras más, palabras menos, interrogó a los acusados de modo tan directo como sorprendente.

"¿Por qué pagan dinero a un dirigente de fútbol? ¿Por qué debe entenderlo este tribunal? ¿Por qué fue pagado de modo confidencial?", comenzó preguntando Siegwart.

"Es como pagar un salario -respondió Hans-Juerg Schmid, ex jefe de Finanzas de ISL-. De otra manera (los dirigentes deportivos) no trabajan más. No obtenemos ningún contrato, no firman nada. Desde un punto de vista del negocio administrativo, tenemos que pagar. Necesitamos pagar los costos reales del negocio. Pero la otra parte no quiere ser mencionada, y ése es un punto muy sensible de este negocio."

Siegwart dejó de preguntar por la FIFA y pasó al otro máximo organismo del deporte mundial, el Comité Olímpico Internacional (COI). Citó un pago de 5 millones de francos suizos al director general del Consejo Olímpico de Asia, Abdul Muttaleb, y preguntó: "¿Por qué pagaron tanto dinero a esa persona en Kuwait? ¿Qué demonios son esos gastos por comisión? En nuestro país tenemos que mostrar a nuestras empresas y a los oficiales de impuestos los documentos de cada comida que tenemos con nuestros socios y ustedes pagan cinco millones sin una nota, sin un documento, sin una carta".

"No hubiésemos obtenido ningún recibo de esas personas", contestó Schmid.

Christoph Malms, ex presidente del Comité de ISL, también acusado, fue aún más gráfico: "Era usual en todo el mundo del marketing deportivo y de la política deportiva. Era el estilo del negocio. De otra manera, tendríamos que haber cerrado la compañía. Teníamos que hacerlo. El dinero era usado para pagarles a personas muy importantes en las decisiones de la política deportiva mundial. No sé sus nombres. Pueden mirar en la literatura (libros periodísticos). Pero no lo sabía cuando llegué a la compañía, a comienzos de los 90".

Schmid y Malms negaron conocer los nombres de los dirigentes sobornados. Dijeron que quien les pedía el dinero era Jean-Marie Weber, ex director y uno de los seis ex ejecutivos de ISL que están ahora bajo proceso en Zug: "Pedía casi siempre en efectivo. El era el que conocía a los dirigentes. Venía y nos decía «necesito 500.000 más, necesito otros 500.000, porque si no, no tendremos ese contrato» ".

La FIFA y el COI no fueron los únicos que firmaron contratos millonarios con ISL. También lo hicieron las confederaciones de fútbol de Europa (UEFA) y de Africa (CAF). La Asociación de Tenistas Profesionales (ATP) y las federaciones internacionales de Atletismo (IAAF), Básquetbol (FIBA) y de Natación (FINA), entre otras. Fueron contratos de los que participaron, además, poderosas multinacionales que patrocinan desde hace años las competencias deportivas. ¿Cómo no iba a quedar shockeada la sala de Zug el miércoles pasado, en la segunda audiencia del proceso por la quiebra de ISL, la empresa fundada por el fallecido creador de Adidas, Horst Dassler, y de cuyas implicancias se habían adelantado detalles desde esta columna la semana última?

Es un juicio que parece desnudar otra clase de violencia que sufre el deporte mundial. Ya no la de fanáticos que matan por una divisa o por una jefatura de barra, buscando arañar algunas propinas del gran negocio, sino de ejecutivos bien vestidos que firman contratos en oficinas lujosas e intercambian giros bancarios a través de cuentas secretas para conceder patrocinios exclusivos, vender derechos de TV, designar sedes y cambiar reglamentos. Todo a cambio de una comisión.

La Conmebol decidió los últimos días reiterar una negativa de 2007, difundida ante los primeros rumores que implicaban al presidente Leoz, quien se mantiene en silencio absoluto. Pero los giros enviados por ISL a Leoz ya fueron exhibidos en la primera audiencia de Zug: el primero con fecha 20/1/2000, por 100.000 dólares, y el segundo del 4/5/2000, por otros 30.000 dólares. Según la acusación, forman parte de los casi 18,3 millones de dólares de coimas que pagó ISL, brazo comercial de la FIFA durante veinte años, hasta su quiebra escandalosa de 2001. La acusación incluye evidencias de giros bancarios a través de las firmas ficticias Nunca y Sunbow, con base en los paraísos fiscales de Liechtenstein e islas Vírgenes Británicas, respectivamente.

La gran sorpresa fue cuando el juez Siegwart, ya sin mostrar evidencias documentadas, citó que también se pagaron coimas por otros 120 millones de francos suizos (122 millones de dólares). Eso hace el total de 140 millones de dólares. Fue el momento más conmocionante en lo que va de un juicio que está siendo ignorado por buena parte de la prensa mundial. Esos pagos no eran delito en aquel tiempo en Suiza. Pero el juez instructor Thomas Hildbrand, quien investigó siete años y hasta allanó las oficinas del presidente de la FIFA, Joseph Blatter, pidió incluirlos en la causa al considerar que los pagos dañaron a los acreedores, pues fueron realizados cuando ISL atravesaba ya un fuerte estado de insolvencia.

"No es usual que los jueces suizos pregunten de modo tan directo y aporten tantos detalles", me dice el periodista Weinreich, quien el viernes pasado buscó una opinión de Blatter sobre el caso, sin éxito. "Yo creo que los jueces están cansados de que esta gente no responda a sus preguntas", agrega Jennings. El proceso, cuyo segundo tramo irá del 31 de marzo al 3 de abril, acusa a Jean-Marie Weber, Hans-Peter Weber (no son parientes), los citados Malms y Schmid y también a Heinz Schurtenberger y Daniel Beauvois, estos dos últimos ausentes la semana última porque no están implicados en el pago de coimas.

Según la acusación, Hans-Peter Weber escribía los nombres de los dirigentes corruptos y Jean-Marie Weber pagaba las coimas. La FIFA fue noticia la semana última por prohibir el uso de la tecnología, vetar la altura de La Paz y anunciar su último superávit de 49 millones de dólares. Ni una palabra sobre ISL. ¿Habrá alguien dentro de la Conmebol que exija mayores aclaraciones a Leoz? ¿Hará funcionar la FIFA el nuevo Código de Etica que reescribió luego de absolver a Jack Warner, presidente de la Concacaf, primero de la acusación de haber revendido paquetes de entradas del Mundial 2006 y luego de haberse quedado con el dinero de los jugadores de Trinidad y Tobago que jugaron la Copa de Alemania? Warner se mantiene incólume en su cargo de vicepresidente de la Comisión de Finanzas de la FIFA, cuyo titular es el argentino Julio Grondona. El patrón de la AFA desde 1979 y hasta 2011 también es presidente, nada menos, que de la Comisión FIFA sobre Marketing y TV. Esos derechos cambiaron de mano tras la quiebra de ISL. Ahora son de Infront. Su sede también es en Zug. Y su titular se llama Phillipe Blatter. Sí, el sobrino del presidente Joseph.


Por Ezequiel Fernández Moores
fuente: LA NACION

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