jueves, agosto 09, 2007

JUEGOS DEPORTIVOS PANAMERICANOS POSICION DEL MOVIMIENTO SOCIAL DEL DEPORTE (MSD)

PROFUNDIZAR EL CAMBIO CULTURAL

La actuación de la representación argentina en los XV Juegos Panamericanos que se celebraron en Río de Janeiro despertó una oleada de críticas duras y superficiales conclusiones de varios sectores de la comunidad deportiva y de los medios de comunicación en general.

Lo que sorprende, de modo especial, son las ácidas críticas que los medios le efectuaron a las máximas autoridades nacionales del deporte, fundamentalmente al Secretario de Estado Claudio Morresi, de quien jamás antes señalaron el más mínimo error. Es más, esta semana todo el mundo habla de política deportiva, con escasos o nulos conocimientos sobre la materia. Pero esa es una manifestación endémica que aflora al término de cada realización de juegos múltiples.

Ello no significa que Morresi -como máximo conductor del deporte en la Argentina- no tenga responsabilidades, las tiene. Pero eso no engloba la raíz de los males de esta actividad. Es más, a favor del Secretario (con un gran apoyo del Presidente Néstor Kirchner) debe consignarse que se triplicó el presupuesto nacional en este rubro y se construyeron y mejoraron instalaciones deportivas, entre otras tareas emprendidas.

Para el MSD, como punto de partida, además de planificar con visión de futuro, hay que trabajar desde distintos ámbitos para profundizar el cambio cultural que requiere nuestra sociedad, y devolver al deporte su verdadera significación (un derecho constitucional), como aporte fundamental para el desarrollo armónico y salubre de nuestro pueblo.

Para profundizar el cambio cultural, en el campo del deporte federado, es necesario, en las mayorías de las federaciones, producir cambios de estructuras (desde las formas de organización hasta los estatutos), democratizar y federalizar las mismas, ya que en los últimos años de grandes cambios en el mundo y en el país, no se aggiornaron y quedaron con estructuras, dirigentes y contenidos caducos.

Alguna parte de la dirigencia deportiva nacional se ha colocado bajo el paraguas protector de las federaciones internacionales, aceptando imposiciones en torno a la organización deportiva argentina, con la excusa de la globalización y de la actualización a los tiempos mundiales, sin desarrollar, ni defender un modelo del deporte nacional.

Así aceptaron que todo el deporte de alta competición debería ser rentado, que los certámenes -sea cual fuere el deporte- son productos para la venta. Ello incidió para que se redujera notablemente la cantidad de participantes (solamente los mejores) y de esa manera mataron las competencias municipales y provinciales de esos deportes. Proceso que no sólo se manifiesta en las categorías superiores, también se repite en las formativas. Lo que resulta mucho más pernicioso en los chicos, porque a la edad de "jugar a un deporte" no pueden hacerlo, debido a que los espacios están ocupados por otros chicos más dotados (los menos) que forman parte de los equipos competitivos.

Esa forma de competición funciona en los países del primer mundo, con economías poderosas y patrocinadores a granel. Además, los deportistas provienen de otros sistemas educativos o simplemente los contratan en el exterior, con lo cual los dirigentes poco se tienen que preocupar de su formación, están sólo para administrar el negocio de la competencia.

Algunos de los dirigentes nacionales –especialmente los de los deportes profesionales- le dieron la espalda a los clubes que formaban deportistas, con lo cual los condenaron a tres tipos de quiebras: la deportiva, la social y la económica. Transformaron al deporte en un espectáculo y trabajaron para aumentar la cantidad de espectadores y reducir al mínimo la de participantes. Fue así como se transformaron en ejecutivos del espectáculo. Por ello resulta indispensable
volver a tener un pueblo de deportistas y no de espectadores como somos hoy.

Lo realmente grave es que estamos viviendo una realidad ajena. Nos hacen creer, en complicidad con los grandes medios de difusión, que el deporte argentino es el que interviene en los certámenes internacionales, cuando en realidad la mayoría de los atletas que integran esas representaciones compiten habitualmente en el exterior. Sí, son argentinos, pero con otras políticas de entrenamiento, de perfeccionamiento y de exigencias de competición. Reflejan el deporte de otros países, no del nuestro. Es así como los dirigentes con deportistas que actúan en sus confederaciones o federaciones se muestran como hacedores de una realidad que no es la suya.

Decir que el Estado, Nacional, Provincial o Municipal no tiene políticas deportivas es una verdad a medias. Ya que las políticas de Estado solo se concretan cuando el Estado y la sociedad con sus instituciones acuerdan esas políticas. Y el deporte en la Argentina no escapó a la crisis institucional, social, económica y política que sufrimos todos los argentinos y nuestras instituciones. Por eso, hoy vemos muchos dirigentes federativos que se han transformado en gestores de políticas internacionales y los Estados en proveedores de recursos para esas políticas.

Conocer las causas de nuestro fracaso deportivo no es tan difícil, lo difícil es asumir responsabilidades, críticas y sobre todo definir políticas, para que el DEPORTE se constituya en la mejor herramienta del cambio que todos estamos esperando. Todos somos necesarios pero nadie es imprescindible.

Por eso es fundamental iniciar un gran foro de discusión, acumular poder político-deportivo-institucional para producir las transformaciones necesarias, generar consensos, actualizar la Ley del Deporte Nº 20.655 y sus institutos, que es la herramienta idónea para convocar a todos los estamentos de la actividad, para que las organizaciones deportivas y los funcionarios proyecten la política a seguir y a los efectos de no tener que improvisar salvatajes ante carencia de planificaciones y premuras de último momento.

Por último, el MSD reitera la necesidad imprescindible de que se cree el Ministerio de Cultura y Deportes. No para generar un ente burocrático más, sino para profundizar el cambio cultural que toda la sociedad argentina precisa en esta nueva etapa política, generando y coordinando políticas institucionales con todos organismos del Estado (Salud, Educación, Trabajo, Desarrollo Social, Infraestructura), para no sólo cumplir con los objetivos específicos del deporte, como es ensanchar la base de la pirámide deportiva y su nueva estructuración institucional, su planificación, etc., sino fundamentalmente para dictar políticas activas que recuperen valores, principios, costumbres y sobre todo recuperen o generen nuevas formas de participación ciudadana, para todos los sectores de la sociedad y que produzcan mecanismos naturales de inclusión social, donde especialmente, nuestra juventud encuentre su identidad social y nacional y le ayude a restaurar sus lazos solidarios con la comunidad.


Carlos Toyama
(Coordinador Nacional)

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